El próximo martes entregaré la presidencia del Senado y, fiel a mi compromiso asumido el 11 de marzo de 2006, finalizará mi gestión para la cual fui elegido con el apoyo de la Concertación y en la que estuve acompañado en la vicepresidencia por Jaime Naranjo, el primer año, y Carlos Ominami, en el período restante.
A la hora de la despedida, quiero agradecer el clima de colaboración que hubo en estos dos años, el que hago extensivo no sólo a los senadores, sino también a todo el personal que diariamente se desempeña en esta Corporación. Precisamente, al momento de asumir la presidencia expresé mi deseo de que, más allá de las legítimas diferencias políticas, pudiéramos trabajar juntos en un clima de amistad cívica anteponiendo siempre el bien superior de Chile por sobre cualquier otra consideración.
Dos años después puedo manifestar que ese objetivo se logró plenamente. Pese a las críticas, muchas veces basadas en el desconocimiento que hay respecto a nuestra labor, creo que en estos dos años demostramos una gran productividad en nuestra función legislativa. En el citado período se despacharon 322 proyectos de ley, 31 acuerdos internacionales y 123 proyectos de acuerdo, en 181 sesiones efectuadas, a las que asistieron un promedio de 35 senadores de un total de 38.
Entre las iniciativas que fueron aprobadas hay varias de gran relevancia para la marcha del país. Entre ellas, quiero destacar las leyes sobre reforma previsional; de responsabilidad fiscal; la del Tabaco; las que crearon las nuevas regiones de Arica Parinacota y de Los Ríos; la de subcontratación; la que establece un sistema nacional de aseguramiento de la calidad de la educación; la normativa que protege a los funcionarios públicos que denuncias irregularidades y faltas al principio de probidad; la ley del bosque nativo; y tantas otras en diversas materias.
Además, fueron despachados relevantes convenios internacionales suscritos por Chile como los tratados de libre comercio con China y Japón; el acuerdo de alcance parcial con la India; el de asociación económica o P4 con Singapur, Nueva Zelanda y Brunei; y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción; entre otros.
Pero junto a lo anterior, el Senado afianzó la diplomacia parlamentaria apoyando la política de relaciones exteriores impulsada por el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. Junto a varios senadores y diputados tuve la oportunidad de visitar Estados Unidos, China, Japón y Canadá, entre otros países, estrechando las relaciones de cooperación mutua con los parlamentos de dichas naciones.
Por otra parte, el Senado dio un paso fundamental en su fortalecimiento democrático al poner en práctica la nueva norma constitucional que establece que los actos de la administración son de carácter público. Esto se hizo efectivo a través de la eliminación de las votaciones y sesiones secretas para temas como, por ejemplo, la aprobación o rechazo de los nombramientos de la Presidenta de la República para nuevos ministros de la Corte Suprema, de consejeros del Banco Central o integrantes del Tribunal Constitucional. De este modo los ciudadanos pueden conocer en profundidad los contenidos y debates en decisiones relevantes, rompiendo así una cultura del secretismo, que ciertamente no es amiga de la democracia. Asimismo, variados aspectos administrativos del Senado son ahora de dominio público a través del sitio web del Senado.
Por último, quiero destacar la recuperación del edificio institucional, el ex Congreso Nacional, en el centro de Santiago. Parte importante de ese inmueble, donde hasta hace poco funcionó la Cancillería, fue completamente rehabilitado para el uso por parte de los senadores. Me parece un paso importante en la recuperación de un edificio que es un símbolo de continuidad con las mejores tradiciones democráticas del país.
Una última reflexión. En la política nacional el Senado siempre tiene que cumplir su rol: seguir siendo el lugar en que las pasiones y luchas propias de la política dan paso al estudio profundo y sereno de los grandes proyectos nacionales, a través del debate respetuoso y la búsqueda de acuerdos.
Nunca olvidemos que por este lugar han pasado chilenos notables que nos legaron su gran espíritu republicano y que dedicaron varios años de su vida a trabajar por el engrandecimiento de la Patria. Por ello, a días de dejar la presidencia de esta notable institución, mi invitación es a ser fieles herederos de esa tradición y dignos representantes de la voluntad del pueblo que nos eligió.
Podemos y debemos trabajar mejor. Necesitamos de más audacia y coraje para dar el salto que necesitamos y así llegar al bicentenario de nuestra independencia orgullosos de lo que somos y no lamentando las oportunidades desperdiciadas. En lo personal, mi compromiso es seguir esforzándome en servir a Chile y a su gente con seriedad, eficiencia y honestidad.
Eduardo Frei Ruiz-tagle presidente del Senado de Chile
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