martes, 17 de junio de 2008

Chile Pierde Dinamismo


La desaceleración de la economía chilena ha generado un intenso debate. El crecimiento en la “época dorada” (1986-97) fue de 7,6% anual, pero luego cayó a 3,8% en la década siguiente (1998-2007). No debe sorprender, entonces, la caída de Chile en los rankings regionales. De ser el país de mejor desempeño en América Latina, Chile ha pasado al décimo lugar (o incluso más abajo) en los últimos años. Chile aún es la economía más sólida de la región, pero está perdiendo terreno.

Algunos argumentan que esta desaceleración es esperable porque Chile ha alcanzado una etapa intermedia de desarrollo, con un ingreso per capita de US$10.000 a tipo de cambio de mercado o $14000 a PPP.

Pero hay numerosos países en el Báltico, Europa Central, Asia y el Medio Oriente con un ingreso mayor al de Chile que crecen mucho más rápido. Los ejemplos abundan: Letonia, Lituania, y Estonia; Croacia, Hungría, Polonia y Eslovaquia; Corea, Singapur y Taiwán. Chile goza de mejores términos de intercambio que deberían resultar en un mayor crecimiento. Otros países que están disfrutando de un período similar de bonanza, tales como Bahrain, Kuwait, Omán, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, también crecen mucho más rápido.

El menor crecimiento durante la última década se explica por la productividad. Entre 1986 y 1997, la productividad contribuyó en promedio 3,7% por año al crecimiento del producto, que cayó a sólo un 0,5% anual entre 1998 y 2007. De la caída de casi 4 puntos en el crecimiento total de Chile durante la última década, 84% se debe a la caída en la productividad. Por supuesto, factores como un mayor precio del petróleo, la falta de envíos de gas desde Argentina, y el mayor precio de la electricidad tienen un rol, pero los problemas subyacentes son mucho más profundos.

Más preocupante es que parece no haber una estrategia seria para enfrentarlos. En cambio, sólo hay racionalizaciones y pasos pequeños y tentativos.

Los desafíos de Chile comienzan con problemas estructurales mayores en su sistema educacional, especialmente en la debilidad de la educación primaria y secundaria.

El Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial sitúa a Chile en el lugar 78 de entre 131 países en la calidad del sistema educacional.

Chile necesita de una reforma educacional amplia, que incluya una fuerte inversión, una nueva institucionalidad y un nuevo enfoque hacia las relaciones laborales. Desafortunadamente, la ley de reforma a la educación está entrampada.

El país también necesita hacer un esfuerzo mucho mayor en innovación. Chile sólo destina alrededor de un 0,6% del PIB a investigación y desarrollo.

Si bien el crédito tributario a I&D es un buen paso para estimular la actividad de investigación en el sector privado, no está bien diseñado y es muy difícil acceder. Es un ejemplo de una política que avanza en la dirección correcta pero que no demuestra un compromiso fuerte con el cambio. De forma similar, la Estrategia Nacional de Innovación para la Competitividad, impulsada por el Consejo de Innovación contiene numerosas recomendaciones positivas, pero hay preocupaciones serias sobre la insuficiencia de esta estrategia, y dudas acerca de cómo será implementada. Los “clusters” son una herramienta crucial para estimular la innovación y el desarrollo de nuevos negocios en el sector privado, pero la política de clusters depende de mejorar el ambiente de negocios, donde pocota falta de progreso es evidente

Chile se ha enfocado últimamente en la distribución, no en formación de riqueza. Por ejemplo, los bajos salarios en Chile se deben a una escasa preparación de la mano de obra, no al bajo poder de negociación.

Muchas políticas laborales, incluyendo la que regula la subcontratación, entraban la productividad y competitividad. Además, el estado está anclado a un modelo centralizado y vertical, en vez de colaborar con el sector privado y entregar mayores responsabilidades a regiones y ciudades. Una urgente reforma del estado, aunque muy debatida y necesaria, se ve lejana.

Chile puede avanzar a un nivel más alto de competitividad y riqueza, pero ello requiere de un liderazgo y decisión de las autoridades que hoy se ve ausente.

Felipe Larraín B. y Michael Porter


Fuente : Chilecontodos.cl

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